Podemos cambiar el mundo a través de lo que comemos. Así lo pone Carolyn Steel en su libro Ciudades hambrientas, donde también señala que nuestras elecciones a la hora de alimentarnos influyen en la relación que entablamos con la naturaleza y con los demás. En este artículo te compartimos tres consejos básicos para seguir una alimentación buena para tu salud y para el planeta:
1. Consumir más productos locales
Elegir comida local genera empleo, sostiene familias y reduce la huella de carbono. Al planeta no le da igual si compras el limón que se cultiva en Valencia, que aquel proveniente de la otra punta del globo. En la medida de lo posible, intenta reducir esas compras que incluyen productos que recorren largas distancias y resérvalas para aquellos casos en los que creas que se justifica, como productos exclusivos elaborados en otros países.
2. Más frutas y verduras
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomienda reducir el consumo de carne e incrementar la ingesta de frutas y verduras. Esto no significa que tengas que hacerte vegetariano o vegano, sino ajustar la proporción entre alimentos vegetales y animales, comprando solo aquellos productos cárnicos que se ha producido de manera sostenible.
Porque no da igual comprar una presa de cerdo producto de la ganadería intensiva, proveniente de un cerdo blanco alimentado en un espacio reducido con un pienso de bajo coste, que un animal que se alimenta a base de los cereales de más alta calidad o que pasta libremente y se alimenta de bellotas en un espacio tan natural como es la dehesa. En Castro y González creemos fervientemente que el bienestar animal y la preservación del medio ambiente son cuestiones primordiales, y por ese motivo están muy entrañadas en nuestros valores.
3. Evitar el desperdicio de alimentos
La gestión de residuos está al final de la cadena, pero es sumamente importante para reducir el impacto ambiental. Lo primero que te recomendamos es que comiences a planificar tus compras y comidas, de esta manera estás contribuyendo desde el origen a generar menos residuos. En definitiva, el mejor residuo es aquel que no se genera. ¡Y ten cuidado con las ofertas! Muchas veces acaban en el contenedor.
En segundo lugar, intenta no tirar el alimento. ¡Rompamos el hielo! Ofrécele una ración a tu vecino, a un compañero de trabajo o una persona en situación de vulnerabilidad. Por último, amígate con las recetas de aprovechamiento, ¡la comida fresca no es basura! Una vez hayas agotado todas las posibilidades puedes reciclar los restos de comida en el contenedor marrón.
Ahora que sabes en qué consiste una alimentación buena para tu salud y para el planeta, ¿qué pondrás sobre tu plato hoy?