Cortar jamón es tradición y tendencia, cada día va sumando nuevos adeptos. Lo primero que debemos saber es que nuestro cuchillo es una herramienta que acabará siendo con el tiempo una extensión más de nosotros. Esta es una de las razones por las que hay que mantenerlo y cuidarlo con cierto cuidado y respeto, también, como no, con cariño.
Como el resto de herramientas destinadas a hacer un buen trabajo su calidad es directamente proporcional al dinero que queramos destinar invertir en ella, hay que valorarlo pensando en las horas que le vayas a dedicar y a la calidad de lo que le rodea. Si vas a cortar piezas de cierta calidad el cuchillo debe estar más o menos a la altura.
El cuchillo jamonero es alargado y de hoja muy fina, que se fabrica en acero inoxidable por ser un metal flexible y de larga duración.
Para que un cuchillo esté en perfectas condiciones para ser utilizado hay que avalarlo con un buen afilado, por eso es necesario adquirir una chaira, que es como una lima pero más alargada y que hay que utilizar como tal deslizando con movimientos fluidos, pero suavemente, al tiempo que vamos cambiando de lado la hoja varias veces para mantenerla lo mejor posible. Es una herramienta muy práctica a la par que efectiva, pero para el afilado es más adecuado utilizar una piedra preparada para tal fin. De lo que se trata en este caso, es de sumergir la piedra en agua al menos dos horas antes del afilado y mantener siempre el mismo ángulo y el mismo sentido porque si no, podríamos crear un nuevo filo y no mejorar el anterior.
Es recomendable afilar el cuchillo siempre antes de cada corte, por eso es recomendable limpiarlo cada vez, ya que podría haber restos de metal o dejar cualquier tipo de sabor ajeno al nuevo corte.
Es un ritual agradecido que acompaña a la degustación formando parte directa de ella.