La raza del cerdo ibérico tiene unas características especiales que hacen que se distinga del resto de especies de sus hermanos porcinos. Se conforma en un tamaño medio, no suele ser de extremos en su crecimiento, se mantiene en una media con una horquilla constante. Su piel es oscura y no es muy peludo. Sus extremidades son largas y estilizadas a la par que fuertes y resistentes, las pezuñas que lo calzan son negras la mayoría de las veces, es por esto que durante muchos años se ha mantenido el término “pata negra”.
Su capacidad de adaptación a la dehesa ha sido definitoria en cuanto a poder evolucionar sin excesivos cambios, esto lo ha hecho manteniendo su modo de vida, su metabolismo lento y su fertilidad tardía. Poco a poco ha ido habituando su organismo a la bellota y pastos haciendo que su transformación y procesado de las grasas sea generoso.
Este animal no está pensado para probar distintos cruces buscando un modelo mucho más productivo, ya se intentó y casi desaparece. Lo que sí es cierto es que para poder tener un funcionamiento industrial más adecuado se suelen cruzar en una proporción de 50 o 75% con la raza Duroc–Jersey.
En Castro y González os animamos a que probéis todos los productos ibéricos que nos proporciona este animal, partiendo de nuestro estandarte el jamón ibérico de bellota hasta llegar al morcón ibérico, todos y cada uno de nuestros productos son un disfrute para los sentidos.