Durante todo este tiempo y año tras año una de las dudas más comunes que siempre se nos presenta es, cómo y de qué manera se debe conservar un jamón entero. Muchas veces se tiene previsión de hacerle frente a la pieza rápidamente pero por circunstancias, algunas veces no es posible y hay que pasar al plan B, conservarla.
Un jamón antes de empezarlo, sin hacer nada, se conservará perfectamente unos dos meses aproximadamente. El jamón deshuesado o cortado en lonchas se envasa al vacío y se puede pensar que envolviendo el jamón en plástico va a estar más protegido, esto es un gran error que nos llevará a que el jamón se ahogue, se cree humedad interna y se estropee en poco tiempo. Si el jamón va cerrado, siempre hay que eliminar el envase, ya sea plástico, funda de tela, de papel o cartón y dejarlo al aire. Es muy importante también saber cómo ubicarlo. Es sencillo, hay que buscar un sitio fresco y seco donde no le alcance la luz directa y donde no existan cambios bruscos de temperatura. Si la pieza queda colgada, el aire la abrazará de una forma homogénea, esto es ideal, es una de las mejores maneras que os podemos recomendar.
Los jamones no necesitan frío, por lo cual no hay que meterlos en la nevera. Por otra parte si se va a dilatar mucho el tiempo y se prevé un consumo más lejano, es aconsejable untar la pata con aceite de girasol (si se le añade otro tipo de grasa o aceite de oliva es posible que se altere el sabor original) y cubrir toda la superficie con un trapo, esto hará que la pieza no se reseque ni se endurezca en exceso.
Eso sí, una vez empezado y aunque un jamón no tenga fecha de caducidad fija, sí que se va resecando y es conveniente consumirlo durante el primer mes. También si se quiere saborear en todo su esplendor y conservando cada una de sus características organolépticas hay que cortar solo lo que se vaya a consumir en ese momento.
Disfrutar de un buen jamón ibérico Castro y González es una experiencia nueva cada vez, por eso, nuestros clientes dicen que no duran mucho colgados esperando.