En la era de la inmediatez, queremos recordarte la importancia de esperar. Para Castro y González el tiempo es un ingrediente que, combinado con la tradición y el saber hacer, da como resultado un jamón que es pura exquisitez. En este artículo, descubriremos cómo la curación y la maduración, guiadas por la paciencia, se convierten en el ingrediente secreto del sabor inigualable del Jamón Castro y González.
Una selección meticulosa para una curación perfecta
La curación del Jamón Castro y González no es un proceso simple, es un arte. El proceso comienza seleccionando las mejores piezas de cerdo ibérico, criados en las privilegiadas dehesas de Guijuelo. Una vez seleccionadas las piezas, se salan con precisión para conservar y potenciar sus propiedades naturales.
Después, las piezas son trasladadas a nuestros secaderos naturales, donde el clima juega un papel protagonista. La combinación de aire fresco y la sabiduría de maestros jamoneros da inicio a la curación. Durante meses, el Jamón Castro y González va adquiriendo sus características únicas bajo la mirada atenta de nuestros Maestros Jamoneros.
Maduración: El toque final
Una vez que el Jamón Castro y González ha pasado por el proceso de curación, entra en la fase de maduración. Es aquí donde la magia verdaderamente sucede. En nuestras bodegas especiales, el jamón reposa absorbiendo los aromas y matices que lo caracterizan. Esta fase es esencial para que el Jamón Castro y González desarrolle esa textura fundente y ese sabor profundo y persistente que lo distingue. Y nuestros Maestros Jamoneros lo saben: ellos personalmente se encargan de regular la temperatura y humedad del ambiente a la antigua ¡abriendo y cerrando las ventanas!
Tiempo: El ingrediente que no puede faltar
Como ves, cuando degustamos una loncha de Jamón Castro y González, no solo estamos saboreando un producto, sino también años de paciencia, dedicación y pasión por el arte jamonero. ¡La magia ocurre cuando damos tiempo al tiempo!