El calcio es un mineral que forma parte de nuestro organismo. Tiene un cometido esencial, como todos sabemos, en la formación de huesos y dientes. Tanto es así que el 99% del calcio que permanece en nuestro cuerpo está en ellos. Esto supone un 2% de nuestro peso corporal y hay que tener en cuenta aparte de sus otras funciones, que los huesos se están continuamente rompiendo y regenerando.
A partir de los 20-30 años de edad se alcanza un pico de mineralización, la formación predomina sobre la resorción, y a partir de los 30-35 prevalece la resorción frente a la formación, siendo evidente una pérdida de la densidad ósea. Este último proceso se acentúa en la mujer tras la menopausia, pudiendo provocar osteoporosis si no hay un aporte adecuado de calcio, potasio, magnesio y vitamina D fundamentalmente, además de unos hábitos cardiosaludables como una actividad física adecuada.
Una ingesta continuada a través de alimentos ricos en calcio es fundamental.
Previene las rampas y calambres, reduce la tensión arterial, previene la osteoporosis, mantiene la piel sana y mantiene el ph protegiéndonos de otras enfermedades, como por ejemplo el cáncer.
También protege el sistema inmunológico, tiene un papel importante en el metabolismo celular, en la coagulación de la sangre y controla la porosidad de las paredes celulares.
Nuestro cuerpo cuenta entre aproximadamente de 1,5 y 2,5 kg de calcio entre esqueleto óseo y dientes, hay que tener especial cuidado en el aporte de este mineral, ya que una falta del mismo hará que el propio cuerpo se provea de él reclamándola de las reservas (directamente de los huesos).
Una insuficiente absorción de calcio tiene desencadenantes habituales como el tabaco, el alcohol, la edad, las hormonas y sobre todo de perturbaciones en el balance de absorción directa gracias al intestino.
Algunos de los alimentos ricos en calcio son: la leche y productos lácteos, el brócoli, col rizada, los cítricos y también el jamón. (8mg por cada 100 gramos)