Mejorar día a día un producto tan natural como el Jamón Ibérico de Bellota es una tarea difícil y que solo se consigue si se controla el proceso desde su gestación. Gestación en sentido estricto y real, es decir, desde la fecundación y desde la selección de los propios progenitores de cada ejemplar.
Esto es parte de lo que pudieron ver los redactores de El Norte de Castilla y del portal de innovación Innovaspain quienes acudieron a una visita para conocer las instalaciones de Castro y González y donde pudieron aproximarse a todo el proceso el proceso de elaboración del Ibérico de Bellota Castro y González y del resto de productos.
La empresa cuenta con una granja de madres en la localidad de Machacón, en Salamanca, donde 2.000 hembras están preparadas para la crianza de los mejores ejemplares. Pero ellas mismas, a su vez, han sido seleccionadas para ir mejorando la especie y el producto final. Así de cada camada se elige a aquellas que por sus características encarnan los valores de un ibérico de bellota: la pata negra, estilizada, de andares elegantes.
En la granja, las hembras reciben un trato especial: temperatura controlada para los meses de invierno castellano, aireación para los meses calurosos… y antes de parir a sus retoños, higiene y limpieza que garantice un habitat saludable para la hembra y para los lechones. Marcado directo para conocer el origen de cada animal y reunir todos los datos y la trazabilidad exigida por Europa.
La granja de Castro y González es el origen de todo su producto. Una cuidada alimentación para las hembras y sus lechones a base de cereales, también molidos en el propio molino de la familia, permite un control absoluto sobre todo el proceso.
Estos lechones pasarán al campo cuando pesen unos 40 kilos y estén preparados para la vida al aire libre. Y en ese proceso irán adquiriendo todo su esplendor. Pero el origen ya está definido y marcado, gracias al proceso de selección genética de la familia.