Hablamos continuamente de la peculiaridad del jamón ibérico que consumimos en España, pero ¿desde cuándo se consume?
Según los indicios de los historiadores, los iberos, los habitantes de la zona meridional y del este de la península, ya eran consumidores de carne de cerdo. Su comercio se basaba en el aceite de oliva, el vino y la carne.
Cuando la Península cae bajo el Imperio Romano, el cerdo se convierte en un bien muy preciado. Su sacrificio se reservaba a esclavos de prestigio. En la época romana se consumían las costillas, la cabeza, los lomos, el tocino. Sin embargo ya en esta época, la pata, el jamón, se reservaba para las élites. Ya lo identificaban como la mejor pieza de todo el animal.
Con la caída del Imperio Romano, la nueva sociedad feudal que se conforma en la península relega el cuidado gastronómico a los conventos. Se trata de los lugares donde, además de guardar los tesoros bibliográficos, la cultura y el conocimiento, también se guarda la cultura gastronómica. En ellos se comienza a utilizar el cerdo en guisos y nuevas recetas.
En esta Edad Media, a finales del siglo XIII se produce una expansión de los cerdos en la dehesa extremeña, por donde cerdos ibéricos semisalvajes se crían de manera natural. Estos cerdos son los que los campesinos comienzan a criar entre las encinas y a darle la constitución que ha ido evolucionando hasta nuestros días.