¿Jamón o paleta? Es una pregunta que parece difícil de contestar, aunque realmente no es así. Bien es cierto que existen algunas diferencias entre ambos productos, pero sabiéndolas, como todo en esta vida se convierten en sencillas.
Partimos de lo básico y donde reside la mayor diferencia; el tamaño y la longitud, siendo ambas mayores en el jamón que en las paletillas. El jamón pertenece a las patas traseras y las paletillas a las delanteras. El jamón ibérico suele tener un peso aproximado de 6 a 8 kg y la proporción de grasa es de un 50% de su volumen general, las lonchas que proceden de él son más anchas y más grandes.
Aunque su elaboración es similar, son productos distintos.
La paleta suele tener un peso aproximado de entre 4 y 5,5 kg, pero en este caso la proporción de grasa y hueso hacen que el rendimiento de la pieza esté sobre el 60%.
Las lonchas son fácilmente reconocibles, ya que son mucho más finas.
El cuanto al sabor también existen diferencias y es debido al menor tiempo de curación así como la proximidad al hueso, en el caso de la paletilla el sabor será más intenso y con más personalidad al contrario que en el del jamón ibérico que es más suave, pero por otra parte encierra unos matices y aromas más complejos.
Mucho se ha hablado y escrito sobre cuál de los dos sabores es “el mejor” y es que estos matices de los que hemos hablado hacen que la opinión varíe, por lo que os recomendamos que disfrutéis tanto de uno como del otro, veréis que más que distanciarse se complementan.
Nutricionalmente hablando tanto el jamón ibérico, como la paleta ibérica tienen las mismas propiedades y nos aportan nutrientes esenciales, proteínas y vitaminas indispensables para nuestro organismo de una manera rápida y eficaz.