El cerdo es un animal monogástrico (son los animales que presentan un estómago simple, con una capacidad de almacenamiento media, como la del ser humano), por lo que la alimentación del animal influye de una manera directa en el sabor y en las propiedades de la carne que nos ofrece. Este es uno de los factores que marcan la diferencia, por esto es que el cerdo ibérico del que luego obtendremos el jamón ibérico se distingue de los demás.
Los ejemplares de Castro y González se alimentan de piensos especiales de altísima calidad hasta que conforman sus huesos, lo que viene a ser el periodo de sus 10 primeros meses) después,además de campar en total libertad reciben una alimentación natural y a base de pasto, hierbas, raíces, setas y frutos silvestres, además de las famosas bellotas en la época de montanera, lo que es para ellos un manjar. Es de la bellota de encinas alcornoques y quejigos principalmente, donde obtienen la mayor parte de nutrientes (fuente de fibra, carbohidratos complejos, vitaminas y minerales).
Son los ganaderos los que comienzan a estandarizar y a medir los tiempos, cuidando al detalle este proceso y consiguiendo así que disfruten de una alimentación equilibrada. Esta alimentación unida al ejercicio continuo y moderado determinará la excelencia de los productos ibéricos obtenidos.
Los ejemplares que salen de montanera con aproximadamente 100 kilos más que cuando entraron, llegarán con un peso idóneo al momento de su sacrificio en el matadero. A los que no alcancen el peso necesario se les volverá a alimentar con piensos naturales para su correcto engorde y pasarán a definirse como cebo de campo.
Los cerdos ibéricos que no pisan la dehesa y se alimentan de pastos, piensos naturales y cereales se denominan cerdos ibéricos de cebo.
Como vemos, aun cuando los animales son de la misma raza, la alimentación marca la diferencia y sus distintas clasificaciones.