Hoy hacemos una parada en la capital del Antiguo Reino de León para disfrutar de algunos de sus más hermosos secretos. Porque esta ciudad ofrece al visitante la oportunidad de conocer viejas murallas, criptas y experiencias gastronómicas inolvidables. Pero, entre sus elementos góticos, mudéjares y hasta barrocos, hemos elegido caminar hasta la Plaza de San Isidoro, sobre la que se erige su famosa Colegiata: Un conjunto románico que encierra periodos de gloria y oscuridad en sus más de mil años de historia.
El templo cristiano nos invita a trasladarnos en el tiempo hasta llegar a la Edad Media. Su nacimiento se remonta al siglo X, y aunque en un principio funcionaba como un monasterio, acogiendo a las mujeres de la familia real, su recorrido ha sido muy diverso. Fueron los reyes Fernando I y Doña Sancha quienes, a mediados del siglo XI, construyeron el Panteón Real, el maravilloso tesoro de la basílica, donde recibieron sepultura la mayoría de los reyes de León.
Su hija, Doña Urraca, encargó la decoración mural que en nuestros días se ha ganado el reconocimiento de “Capilla Sixtina del Arte Románico” y que daría cultura a un pueblo que no sabía leer. Contaba con un importante scriptorium donde se copiarían parte de los códices con los que contamos hoy en día. Y su biblioteca guarda valiosísimos manuscritos.
La vida cotidiana de hace mil años
Pero, sin duda, las pinturas son las que atraen todas las miradas. Y para nosotros tiene especial interés el calendario agrícola que decora el intradós (la zona cóncava, interior) de uno de los arcos. Son retratos de la vida diaria y real de los leoneses del siglo XI y XII. Allí podremos ver a los personajes del pueblo podando vides, plantando árboles, segando la cebada…y al llegar octubre: alimentando a los cerdos con bellotas. Porque desde los tiempos medievales que las dehesas y la crianza de los cochinos ha formado parte de la vida de la gente de esta tierra.
Nuestra visita nos permitirá apreciar los días de gloria de esta colegiata que hoy está perfectamente restaurada. Pero hay que notar que el edificio también ha transitado periodos de profunda oscuridad. Durante la guerra de la independencia, sus capiteles cargados de simbolismo y sus pinturas de valor incalculable fueron testigos de días sombríos: las tropas napoleónicas convirtieron el templo en un pajar. También extrajeron los cuerpos de los sepulcros de piedra de algunos reyes para utilizarlos como abrevaderos para sus monturas.
Pero más allá de su historia llena de claroscuros, recorrer la Colegiata de San Isidoro, con su imponente arquitectura y el arte que la adorna, significa una oportunidad para disfrutar de una de las mejores muestras del románico que permanecen en pie en Europa.
¿Te animas a visitarla?