Los que disfrutan de la gastronomía y sus exquisiteces saben que existen unos manjares reservados para unos cuantos, entre ellos está la trufa blanca.
La trufa es un hongo el cual vive en asociación y colaborando simbióticamente con las raíces de ciertos árboles o arbustos como las encinas, robles y avellanos.
Se han reconocido unas treinta especies de trufas comestibles en Europa, unas son de verano y otras de invierno, también están las trufas de cultivo, pero sólo unas pocas tienen ese sabor apreciado como la trufa negra (tuber brumale) y la trufa negra de Perigord (tuber nigrum), aunque las más buscadas son las trufas blancas (tuber agnatum).
La trufa blanca típica del Piamonte italiano, es la más apreciada por los gastrónomos de todo el mundo y por este motivo alcanza el precio más alto del mercado. Tiene un gran sabor no exageradamente pronunciado, realmente es más valorada por su profundo aroma. Sólo una pequeña cantidad puede potenciar cualquier tipo de plato.A diferencia de la trufa negra, la trufa blanca no se puede cultivar, se conservan frescas sólo unos cuantos días y se dan en el intervalo que va del mes de octubre a enero y en un espacio geográfico muy limitado, siete demarcaciones de Italia y una de Eslovenia.
Tiene un tacto suave, un color ocre veteado con finos tonos de marrón y amarilleando en su interior, tiene un olor muy intenso y es muy sensible a las temperaturas altas. Si se cocina pierde rápidamente su famoso aroma, es por esta cuestión que se utiliza rallándola cruda sobre el plato ya preparado. Normalmente se utiliza como condimento debido a su escasez y su alto precio, el cual suele estar entre 3.000 y 7.000 euros el kilo.
A este hongo tan demandado le rodea todo un mundo de misterio ya que aún sabiendo las condiciones que le son favorables nunca se sabe dónde va a aparecer, por eso se le considera un pequeño tesoro, regalo de la naturaleza.
La trufa blanca también llamada oro blanco, una vez recolectada aguanta máximo unos diez/ doce días en el frigorífico y 10 meses en el congelador.
