El olivo es un árbol milenario. Su origen se sitúa en Grecia y su cultivo se extendía por toda la zona mediterránea. Su llegada a América se produjo gracias a los colonizadores españoles.
Se ha dicho durante mucho tiempo que las olivas tienen muchas calorías y ayudan a engordar, por lo que las prohíben en las dietas pero, nada más lejos de la realidad como ahora veremos
Las aceitunas son una fuente natural de vitaminas A y C, necesarias para mantener los tejidos en perfectas condiciones y lograr unas defensas eficientes. A esto debemos sumarle el aporte de tiamina, sustancia necesaria para el correcto funcionamiento del sistema nervioso. Su aporte mineral es rico en hierro y sodio. A esto hay que sumar que son fáciles de asimilar por el organismo y su aporte de fibranos ayudará a depurarnos. Favorecen la digestión, facilitan el vaciamiento de la vesícula biliar y son beneficiosas para las enfermedades cardiovasculares ya que contienen mucho hierro (las negras más que las verdes), pero no están indicadas para personas que sufren hipertensión por su alto contenido en sodio.
Es un alimento saciante, lo que quiere decir que su ingesta entre horas (sin abusar) y como aperitivo nos ayudará a combatir el hambre.
Las aceitunas de mesa no se pueden comer directamente del árbol porque contienen un compuesto fenólico muy amargo, llamado oleuropeína. Para eliminarlo, se suelen sumergir en una solución diluida en agua de sosa cáustica. Se asegura que los egipcios, poseedores de minas de potasa, fueron los primeros en preparar las aceitunas de este modo, los métodos que se aplican en su preparación son varios, como el rajado o machacado, desecado o pasas y la manera más común, cocidas endulzadas con álcalis como en el caso de las sevillanas y la manzanilla.