Nuestros animales son irrepetibles debido a que tras distintos estudios de genética, durante décadas se han estado seleccionando los mejores, los más exclusivos, siempre en busca de las características idóneas para producir un jamón único. La crianza de los gorrinos alimentados con lo que les ofrece la naturaleza en libertad por las dehesas que ocupan nuestras fincas, hace que año tras año quede patente la homogeneidad que se mantiene en nuestro producto.
Pero no todo queda aquí, se hace un seguimiento del animal y tras el sacrificio los perniles llegan a la factoría donde siguen las comprobaciones a fondo, cada una de ellas, cada proceso de elaboración donde es posible que se desechen aquellas piezas que no correspondan con las características deseadas como el perfilado, el peso, tamaño, color…
Más tarde se codifican las piezas para ir controlando los distintos procesos. También es medible el interior del jamón mediante el control del pH y la temperatura, grado de grasa y distintas pruebas más técnicas.
Durante el elaborado se generarán una serie de registros, también parte del proceso y que son los que demuestran que se han seguido los procedimientos correctos desde el comienzo hasta el final y que permite el rastreo de cada pieza.
Todo bajo control para ofrecer a nuestros clientes un producto exclusivo y de calidad que cumple con cada una de las especificaciones que se ofrecen… un Castro y González.