Una gran parte de las personas que quieren desconectar después de una semana de trabajo son aficionadas a salir a comer o cenar. Hace no cuantos años la oferta era limitada, pero ahora existe una oferta más variada sobre todo en las grandes ciudades. Podemos elegir distintos destinos gastronómicos en nuestra propia ciudad que pueden abarcar desde las típicas patatas bravas, al sushi y de la comida china a la italiana, vegana o al exótico pakistaní.
Pero ¿qué contestar a un amigo cuando nos anima a descubrir la cocina molecular?
Suena un poco a película futurista, pero nada más lejos. Esto de la cocina molecular tiene su explicación.
La cocina molecular es la que utiliza técnicas y elementos químicos para la elaboración de sus platos. Su preparación se basa en las recetas más antiguas y tradicionales. Esta elaboración es un tanto peculiar ya que cuenta con mediciones exactas, mezclas de los alimentos según sus propiedades físicas y químicas mediante procesos que puedan generar distintas texturas que le den un toque extra y una transformación que cautive el paladar.
Estas propiedades de las cuales hablamos son la transformación de los alimentos en cremas, geles, que proporcionan una textura que hace que los alimentos manifiesten sabores y propiedades novedosas.
Este tipo de cocina todavía en expansión arrastra tras de sí un dilatado enfrentamiento entre los cocineros más tradicionales y la nueva ola de chefs. Esto es debido, dicen los más conservadores, a la introducción de productos químicos en la elaboración de las recetas, alegando que es perjudicial para la salud y creando cierta desconfianza. Mientras, la indignación en el bando contrario crece, se defienden, debido a la insolidaridad y falta de respeto de sus propios compañeros.