Muchos de nosotros oímos SPA e inmediatamente podemos llegar a tener una idea en imágenes de lo que puede significar debido a la gran oferta que existe en el mercado y la promoción que se hace de sus servicios, pero realmente seguro que más de alguna vez nos hemos preguntado qué son y para qué sirven.
Su origen es atribuido a los romanos, por una parte especulando que las siglas SPA proviene del latín y su significado es Salutem Per Acqua (salud por medio del agua), pero también se dice que los spas nacieron en el siglo XVI en la ciudad belga de Spa. Allí existía una fuente de agua termal famosa porque se decía que curaba las dolencias físicas de los que se acercaban hasta allí. Personas tan importantes como el Rey Enrique VIII de Inglaterra, el Zar de Rusia, Pedro el Grande o Enrique de Prusia, sintieron las aguas termales de esta ciudad en su propia piel.
En la actualidad se conoce la palabra spa y da significado a los establecimientos donde se llevan a cabo terapias de relajación, utilizando como elemento principal el agua, donde se tratan algunas de nuestras dolencias mediante su aplicación, a través de sus contrastes de más o menos fuerza, calor e intensidad.
Hoy en día la oferta es mucho más amplia que la de antaño. Ahora también se puede disfrutar de masajes, cuidados de belleza, meditación, saunas, etc. Lo importante es que el cliente vea los spas como centros destinados a la mejora del bienestar tanto físico como espiritual.
El spa responde al deseo de paz, placer y serenidad de una sociedad actual que funciona muy rápidamente y que busca un espacio donde cuidar su cuerpo y su espíritu hasta alcanzar un estado de total relajación y bienestar.
En estos lugares se busca aliviar el estrés y sus temidos efectos. La práctica de este tipo de cuidado personal ya no es tan complicada como antes, los circuitos están normalmente cerca, no hay que hacer grandes desplazamientos y los precios son mucho más asequibles, permitiendo que este buen hábito pueda tener cierta continuidad.