El cerdo ibérico es una insignia de nuestra tierra. Su origen se remonta a una de las culturas que más huellas dejó en nuestro país: la fenicia. Al parecer, fueron ellos quienes introdujeron los cerdos en la Península Ibérica y los cruzaron con el jabalí, un animal salvaje oriundo de nuestros paisajes. Esta nueva especie se desarrolló a lo largo de los años y, con la ayuda de expertos en genética, innovación y desarrollo, se consagró como uno de los animales más nobles de la región. ¿Qué conoces acerca de él? Te compartimos tres curiosidades del cerdo ibérico ¡que no sabías!
Son grandes amantes de la buena vida
La vida del cerdo ibérico, especialmente el cerdo de raza pura ibérica en montanera es puro placer: disfrutan de largos paseos por nuestras dehesas y hasta toman de vez en cuando una siesta a la sombra de nuestras encinas y quejigos. Es un momento crucial en la crianza del cerdo porque es entonces cuando ganarán aproximadamente el 50% de peso final. En promedio, beben hasta 5 litros de agua al día y comen entre 8 y 12 kilos de bellotas, además de tiernos brotes, raíces y setas. ¡Imagina que durante la montanera cada cerdo dispone de entre 2 y 3 hectáreas!
Son comensales exquisitos
Contrariamente a lo que se piensa, esta raza de cerdo es muy exquisita con lo que se lleva a la boca. Aman las bellotas por encima de todo, pero no cualquiera de ellas. En función del árbol del que provienen, algunas son más amargas, otras más dulces… Por eso, hacen honor a sus ancestros y utilizan su increíble olfato de animal salvaje para rastrear los frutos más tiernos que se hallan en nuestras dehesas. Otro dato curioso es que, una vez hayan localizado su objetivo, se toman el trabajo de dejar de lado la cáscara para comerse únicamente el interior del fruto.
Realizan mucho ejercicio
Un cerdo ibérico es capaz de recorrer hasta 14 kilómetros de dehesa al día en busca de sus bellotas preferidas. Este continuo movimiento, sumado a la genética del animal y a una alimentación a base de bellota, son la combinación perfecta para que las propiedades de este fruto penetren en la fibra, impregnando la carne con propiedades nutritivas, aromas y sabores inigualables.
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