“El jamón ibérico es tan saludable que debería venderse en las farmacias”, así de contundente se muestra Miguel González (padre) propietario de Castro y González e impulsor de la empresa, tal y como la conocemos en la actualidad. Miguel González es la segunda generación de una familia que lleva desde 1910 dedicada al cerdo, y que ha pasado de vender un par de ejemplares por la zona, a criar hasta 20.000 ejemplares de cerdo ibérico de bellota y venderlo a más de 20 países en todo el mundo.
A su trabajo, se une el de sus dos hijos, Aurelio y Miguel dedicados a la labor comercial y a la producción respectivamente. Los tres conforman un auténtico triunvirato donde las decisiones se toman por consenso y con el respeto a la experiencia de uno, y a las nuevas ideas y proyectos de otros.
Para alcanzar esta transformación de la empresa en estos años, la familia ha ido invirtiendo un aquellas áreas que les permite mantener el control de toda su producción. Cuentan con una granja para hembras y sus cochinillos, donde tanto las primeras, como sus crías recibe toda la atención y cuidados posible. Desde calefacción para soportar el intenso invierno salmantino, hasta una alimentación cuidada y saludable. Tras el destete, los cochinillos se alimentan de cereal que la propia familia prepara gracias a su propio molino y donde se controla la calidad y el contenido de dicha alimentación.
Además de controlar el nacimiento, y su primera alimentación, la familia Castro y González dispone de tierras en Salamanca, Sevilla y Extremadura para poder ofrecer espacio de crianza a todos sus ejemplares. Este terreno les asegura una montanera adecuada, con alimento natural suficiente para ir ganando peso hasta su traslado al matadero.
Y una vez las piezas están en su secadero, se inicia otro proceso, lento, cuidado y supervisado por los miembros de la familia. Si Miguel González -padre- está más dedicado a las tierras y al cuidado de los cochinos en vivo, su hijo Miguel dedica su tiempo al secadero, al control del producto cuando ha llegado y hay que dotarlo del carácter de Castro y González. Sal marina de Torrevieja, aire seco y frío de Guijuelo, y años de secado para cada pieza.
Y una vez dispuesta para su venta, Aurelio González se dedica a la labor comercial. Actualmente cuentan con más de 20 distribuidores en España que, a su vez, cuenta con sus clientes: restaurantes y tiendas gourmet que eligen Castro y González como apuesta segura de producto de alta calidad.
Pero la labor comercial no termina ahí: nuevos locales, nuevas regiones que desean comprar el producto y nuevas maneras de acercarse a los clientes. Aurelio González es el maestro de ceremonias de catas y maridajes para grupos y clientes que desean conocer más el mundo del jamón y mejor a los Castro y González.