En estas vacaciones, los que se han ido ya lo sabrán y prevenimos a los que no se han ido todavía, no hay que planearlo ni organizarlo todo.Hay quien llena la agenda de planes y visitas, con horarios y tareas inventadas para no estar inactivo y claro, para no perder el tiempo y verlo todo si es posible. Esta manera de actuar puede provocarnos más estrés que el resto del año.
Entonces ¿qué hacer, planificamos las vacaciones o no?
Hay que matizar, mejor planificar pero con cierto margen y en vez de proponer obligaciones hacer una lista de deseos. El truco está en planificar las actividades pero no todas las vacaciones, es decir, saber cuáles son nuestros deseos y hacerlos viables sin un rigor excesivo. Sobredimensionar las vacaciones con unas expectativas imposibles hará que volvamos a casa con una sensación de fracaso.
Por eso es aconsejable sobre todo descansar, para poder darnos tiempo a desconectar de un año entero de actividad laboral, el cuerpo y la mente necesitan acoplarse a este nuevo modo de vida estival.
Exponerse a nuevas experiencias es lo que más necesita nuestra mente, no hay que dejar que se relaje en demasía, hay que estimularse, hacer cosas nunca hechas y poner el foco en divertirnos y compartir con los demás nuestras aventuras por pequeñas que sean.
Hay que salir de nuestro espacio organizado o conocido, callejear, interactuar con la gente, probar la gastronomía del lugar, ir hacia tu destino pero andando, en metro, por los senderos si estás en la montaña, en definitiva… ir descubriendo.