Cuando compras cualquier alimento, ¿da igual que contribuya a la explotación laboral o que afecte gravemente el medio ambiente? ¿Es lo mismo para ti un jamón serrano completamente industrial que un Jamón de Bellota 100% Ibérico Castro y González? Como con casi todo en este mundo, valor y precio no es lo mismo. Y en el sector de la alimentación esto es aún más tangible.
Productos baratos, ¿pero a qué costo?
El precio de un alimento no representa más que un intercambio entre varias partes. Y esto último es fundamental: entre varias partes. Porque el precio está ligado a todas las personas implicadas en el proceso, desde la producción hasta que llega hasta ti. Y créenos, ¡son muchas! Todas y cada una de ellas deben cobrar un precio justo por su trabajo, algo que se pone en riesgo cuando se marca un precio bajo.
Te invitamos a leer las etiquetas. Fíjate el origen del alimento y sus ingredientes. Muchas veces los precios bajos tienen que ver con un producto repleto de aditivos, de mala calidad o que proviene de lugares del mundo donde las condiciones laborales son nefastas. Si lo piensas, ¡puedes cambiar el mundo con tu forma de comprar!
La comida es nuestro bien más preciado
No lo olvides: alimentarse es comer, pero también es un acto cargado de valores. Significa nutrirnos, cuidar de nuestro entorno, mantener viva nuestra tradición, compartir la mesa en familia, cocinar juntos, elegir qué alimentos comprar y cómo cocinarlos… La comida es parte de nuestra cultura, de nuestra identidad y de nuestra historia. Por eso, abaratar la comida es abaratar la vida misma.
¡Tus decisiones importan!