Sin duda, la montanera es el momento del año que más nos entusiasma. Es el periodo en el que nuestros cerdos 100% ibéricos, de la genética más cuidada, campean por nuestras dehesas hasta impregnarse de todos los beneficios de la naturaleza. Entre estaques y pastos, nuestros cochinos atraviesan la fase de engorde natural nutriéndose de las más tiernas bellotas y pastos frescos. ¿Qué sabes acerca de este fascinante período?
Nuestros cochinos
La montanera es un periodo que se extiende de octubre a febrero, en que admiramos el lado salvaje de nuestros animales. Además de disfrutar de largas caminatas, retozar a la sombra de nuestras encinas y refrescarse en el fango, la característica que más los caracteriza es su amor por las bellotas, un fruto repleto de nutrientes indispensables para la salud. Durante la montanera, los cochinos llegan a consumir hasta 12 kilogramos de bellotas por día, engordando así un promedio de 65 kilogramos.
Su genética, un aspecto que valoramos y cuidamos especialmente, hace posible que todas las propiedades de la bellota se infiltren en la fibra. Así, el Jamón de Bellota 100% Ibérico Castro y González se convierte en un cóctel saludable ampliamente recomendado por los expertos en nutrición. Es un alimento rico en proteínas, vitaminas, minerales y ácido oleico. Este último, contribuye a un aumento del colesterol bueno (HDL) y a una reducción del colesterol malo (LDL). Te lo contamos con más detalle en este artículo.
El ser humano y naturaleza: tándem perfecto
La dehesa, el entorno natural del cerdo ibérico, fusiona lo mejor de dos mundos. Este ecosistema complejo, ni silvestre ni cultivado, es un espacio donde la naturaleza y el ser humano conviven en perfecta armonía, junto a la agricultura, la silvicultura y el pastoreo. De ese modo, se crea un sistema singular y de sofisticado equilibrio, un bosque humanizado que combina armoniosamente el trabajo del hombre y la riqueza de la naturaleza, pastos, matorrales, estanques, setas y árboles centenarios cuidadosamente atendidos por las manos más pacientes y expertas.
Año a año, pendientes del cielo
Además de la diversidad de recursos, la dehesa tiene otra particularidad que la hace única: es caprichosa. Sí, por más que nos dediquemos intensamente a cuidarla, como a través del desmoche y olivados de sus especies vegetales, no nos ofrece el mismo paisaje todos los años.
Un factor fundamental es la climatología: la lluvia debe caer en el momento exacto, antes de que las bellotas caigan al suelo de nuestras dehesas. Si no llueve, la bellota no crece como debería. Además, si cae una helada en el momento de la floración, que suele ser en mayo, el fruto podría verse afectado. Pero las heladas no son el único problema. Si durante los meses de verano el calor es muy intenso, el proceso de maduración se acelera y las bellotas pierden calidad. Lo mismo ocurre con otros recursos, como la cantidad y calidad de pasto fresco y las setas que pincelan nuestras dehesas.
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